Las válvulas son fundamentales para el motor de tu coche diésel, mantenerlas en buen estado, garantiza su funcionamiento óptimo, lo que ayuda a que el motor no pierda potencia y termine presentando fallas o daños. En un motor diésel hay dos tipos de válvulas:
- Las válvulas de admisión o de entrada, cuya función es permitir el ingreso de aire y combustible a la cámara de combustión.
- Las válvulas de salida o de escape, cuya función es facilitar la salida de los gases que se generan por el proceso de combustión que se produce en la cámara.
Ambos tipos de válvulas son esenciales para que el motor trabaje a una temperatura óptima. Cuando se produce la combustión y la compresión (más información), tanto las válvulas de entrada como de salida se mantienen cerradas, para que la cámara de combustión se mantenga sellada.
Cada cilindro, cuenta generalmente con una válvula de escape y una de admisión; la de admisión permite entrar la mezcla de aire y combustible, que entra en combustión y genera la energía que tu coche necesita para moverse, mientras que las válvulas de salida impulsa los gases que se generan por la combustión al sistema de escape.
Partes de una válvula
Las válvulas de admisión y escape constan de las siguientes partes:
- Cabeza o plato: tiene la función de cerrar el cilindro justo antes de la combustión.
- Vástago: es la sección más alargada de la válvula y se constituye como su cuerpo, se une a la cabeza por uno de sus extremos, su función es guiar el movimiento y transmitir la carga del muelle a la cabeza de la válvula, para que pueda abrir o cerrar el cilindro.
Características de las válvulas de admisión
Las válvulas de admisión se fabrican generalmente en acero con una aleación de cromo y silicio, lo que les da una gran resistencia a las altas temperaturas, ya que su temperatura de trabajo es cercana a los 300 ºC , así como la fatiga mecánica a que están expuestas.
El vástago de la válvula cumple la función de disipador de calor al entrar en contacto con el aire que ingresa a la cámara de combustión.
Características de las válvulas de escape
La cabeza y el vástago se fabrican en acero con una aleación de cromo y manganeso, esto les permite soportar las altas temperaturas y agentes oxidantes a que están expuestas. La parte inferior del vástago se fabrica generalmente con una aleación de cromo-silicio.
Las válvulas de escape trabajan a una temperatura cercana a los 700 ºC, para que puedan disipar mejor el calor, los platillos y vástagos se fabrican huecos y luego se rellenan de sodio, a fin de que tengan mayor capacidad para disipar el calor.
Daños comunes en las válvulas
Debido a las altas temperaturas que deben soportar, las válvulas pueden perder refrigeración, lo que puede generar fallas en el motor de tu coche. Por ello es importante garantizar una adecuada lubricación.
Las válvulas también pueden sufrir daños cuando los procesos de explosión y expulsión de gases no se realizan de forma adecuada.